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¿Puede la fe aportar algo al Derecho? La respuesta de la teología jurídica

Ruptura 54 (2011), pp. 587-624.

Una vez más volvemos a formular aquella vieja pregunta: ¿puede la fe aportar algo al Derecho? Las respuestas dadas a lo largo de la historia han sido muy variadas, según quién las haya respondido y de qué postulados haya partido. Intervienen, pues, factores subjetivos y objetivos. Subjetivamente resulta evidente que un ateo no responderá lo mismo que un creyente. Un ateo no es “neutro”; al contrario, es una persona que adhiere al credo ateo con inusitada fuerza, en reacción al creyente. Y dentro de los creyentes la posición que se adopte dependerá del credo que cada uno profese. Objetivamente la respuesta cambiará en función del ángulo desde el cuál se la afronte: histórico, científico, sociológico, etc.

Pese a la multitud de variables nadie duda en responder que sí, que la fe efectivamente ha influido en el Derecho. Esto es un hecho irrefutable. Me refiero a cualquier fe, no solo la católica. Quizá no todos estén de acuerdo en que el aporte haya sido siempre benéfico, pero que ha habido aporte, parece innegable. Basta dar una ojeada a cualquier libro de historia del Derecho, aunque sea superficial, para percatarse en seguida de que muchas instituciones, principios, normas han nacido por razones religiosas.

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